Patología facial

En mi práctica dermatológica, estoy especializada en el diagnóstico y tratamiento de patologías faciales, abordando afecciones que no solo impactan la salud de la piel del rostro, sino también su aspecto. A través del uso de tecnología de última generación y planes de tratamiento personalizados, ofrezco soluciones eficaces adaptadas a las necesidades específicas de cada paciente, garantizando los más altos estándares de cuidado.

¿Qué es la patología facial?

La patología facial abarca un conjunto de enfermedades inflamatorias que afectan la piel del rostro y se manifiestan con síntomas visibles que pueden ser persistentes y difíciles de manejar. Estas alteraciones no solo impactan a nivel estético, sino que también influyen profundamente en el estado anímico de quienes las padecen, generando un efecto negativo en su calidad de vida

A continuación, te presento las principales patologías faciales en las que estoy especializada y que trato con más frecuencia en la consulta

  • Acné facial y del tronco
  • Acné en la mujer adulta
  • Rosácea
  • Melasma y otras hiperpigmentaciones

NUESTROS TRATAMIENTOS

  • Terapias tópicas (cosmética y fármacos tópicos) y orales (retinoides y fármacos antiandrogénicos)  para controlar la producción de sebo y la inflamación.
  • Láser fraccionado, luz pulsada (IPL) y radiofrecuencia fraccionada con microagujas para disminuir la inflamación y la rojez, tratar las cicatrices de acné y mejorar la textura de la piel.
  • Peelings químicos que ayudan a reducir el aspecto de las cicatrices y mejorar la textura cutánea.
  • Fármacos tópicos y tratamientos orales para controlar la inflamación
  • Láser vascular y luz pulsada para reducir el enrojecimiento y los vasos sanguíneos visibles.
  • Elaboración de rutinas cosméticas personalizadas para la piel con rosácea, acompañada de recomendaciones individualizadas sobre modificaciones en el estilo de vida, que pueden ayudar a reducir los síntomas.
  • Tratamiento con fármacos tópicos o sistémicos para reducir la hiperpigmentación, combinados con rutinas cosméticas personalizadas.
  • Uso de peelings u otros procedimientos despigmentantes para una reducción eficaz y rápida de las manchas.
  • Uso de láseres y otras fuentes de luz de forma individualizada en pacientes con hiperpigmentaciones subsidiarias de este tipo de abordajes.

Más información

El acné es quizá la patología inflamatoria que afecta con más frecuencia a la piel facial. Puede llegar a afectar al 85% de los adolescentes en algún momento de esta etapa. Y, pese a que su incidencia disminuye con la edad, es frecuente en adultos, ya que entre el 40-55% de las personas de 20-40 años pueden tener acné, y es más frecuente en mujeres, por eso solemos hablar del “acné de la mujer adulta”, en cuyo origen también influyen factores hormonales.

La rosácea es una patología inflamatoria crónica, que suele comenzar en la edad adulta (es más frecuente entre los 30-50 años, aunque hay casos descritos desde la infancia temprana hasta en ancianos) y es también muy frecuente, ya que se ha descrito una incidencia entre el 5-10% de la población mundial.

La rosácea guarda muchas similitudes con el acné, y probablemente ambos sean polos opuestos del mismo trastorno. En esta enfermedad suelen aparecer brotes que se caracterizan por enrojecimiento facial (de leve a muy intenso), lesiones similares a las del acné y sensibilidad cutánea.

El melasma es una forma de hiperpigmentación que aparece fundamentalmente en la zona centro facial (frente, mejillas, labio superior) como manchas oscuras mal delimitadas. Puede afectar a ambos sexos, pero es más frecuente en mujeres, y existen ciertos desencadenantes asociados a su aparición como los embarazos y el uso de anticonceptivos orales. En su manejo, la protección solar será fundamental.

Además del melasma, existen otras muchas formas de hiperpigmentación, como manchas solares (léntigos) o postinflamatorias, que pueden aparecer después de lesiones cutáneas. Un diagnóstico adecuado es clave para conseguir tratarlas de forma exitosa.  

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